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“Competir es un presupuesto de cualquier actividad comercial, empresaria, industrial. Pero cuando los desequilibrios macroeconómicos condicionan el campo de juego, se producen situaciones que deben ser consideradas. Hoy la industria hace equilibrio entre presiones importadoras, carga impositiva internacionalmente desproporcionada y amenazas que presionan al industrial a transformar su empresa y actividad, generalmente de manera desfavorable para el país”.

Digamos al comenzar que se valora y mucho el equilibrio fiscal y la consecuente baja de la inflación. Sin esas premisas nada puede ser profesionalmente analizado. Aceptado ese inicial y plausible logro, es importante exponer de inmediato el costo que el objetivo alcanzado ha tenido en el entramado industrial nacional. Particularmente la industria local proveedora de bienes, generadora de auténtica y genuina mano de obra; trabajo en blanco, desarrollo y crecimiento de regiones y del país en general. Sin la aceptación de esta segunda premisa, tampoco sirve el análisis, porque su desvalorización esteriliza la pretensión del aporte que nos proponemos. Sin negar la importancia de la tecnología, los servicios y, en casos como el de Argentina el aporte esencial del campo, daremos por supuesto la aceptación de todo lo antedicho.

Mano de obra. Objetivamente, el porcentaje del empleo en agricultura resulta muy bajo aun si se considera su peso en la economía y las exportaciones. Hay alta productividad del sector agropecuario en Argentina, pero muy mecanizada y con relativamente poca mano de obra por unidad de producto. Mientras los servicios predominan en la ocupación laboral, la industria ocupa una proporción del 25%, que podría ser mucho mayor si se dieran las condiciones necesarias.

A principios de este año se publicó un diagnóstico sectorial que refleja tanto la potencia productiva como los desafíos estructurales de la industria nacional. La industria metalúrgica junto con el sector automotriz reúne a más de 17.000 empresas, en su mayoría PyME, generando 11.500 millones de dólares anuales en exportaciones y sosteniendo más de 350.000 empleos directos.

Pero para mantener esta fuerza productiva es indispensable mejorar las condiciones estructurales de competitividad. La estabilidad macroeconómica es el punto de partida para recuperar tal competitividad. Pero la macro es apenas el primer paso: se requieren políticas microeconómicas que aborden de manera directa los factores que condicionan la producción. Entre esas herramientas, para construir un entorno verdaderamente competitivo, es necesario el alivio fiscal, la reducción del costo laboral, el acceso al financiamiento productivo y una baja sostenible en costos y logística.

Presión fiscal. Hoy, nuestro rubro industrial enfrenta una carga tributaria promedio del 32% sobre el precio en puerta de fábrica sin IVA, más del doble que en Brasil o México; 33% en el caso del precio en fábrica de un acoplado. Un tercio de esos impuestos son distorsivos, al acumularse a lo largo de la cadena de valor (casos como Ingresos Brutos, tasas municipales, débitos y créditos, entre otros). Mientras tanto, las principales economías del mundo profundizan sus políticas industriales: incentivos directos, financiamiento a empresas locales y medidas de defensa comercial frente a la competencia desleal, forman parte de un enfoque estratégico para proteger su base productiva. En este escenario global, garantizar condiciones de competencia equitativas es indispensable para apuntalar un desarrollo sostenido. De allí que desde las más altas esferas industriales se dijera que… “se puede competir, pero es necesario nivelar la cancha”.

Las importaciones. Recientemente desde la UIA se hizo referencia a la pérdida del empleo, advirtiendo que mes a mes hay una pérdida de 1000 a 1500 puestos de trabajo promedio en la industria, considerando desde marzo en adelante. En este escenario se afirmó que, desde abril en adelante, ven que los números de la actividad fabril están «amesetados». Y uno de los factores ha sido la importación, aunque también preocupa y mucho la caída en el consumo y consecuentemente en la actividad.

En el rubro específico de los acoplados y semirremolques, tal como veremos en nuestro segmento de “Estadísticas”, la importación del mes de junio 2025 fue de 86 unidades lo que resultó muy superior a la observada en junio 2024, mes que no se registraron importaciones. De igual modo, el acumulado del primer semestre de 2025 fue de 259 unidades lo que resulta un 3137,5% superior al observado en similar periodo del año 2024 cuando solamente se importaron 8 vehículos.  De persistir esta desequilibrada tendencia el resultado final del año 2025 superaría las 500 unidades, o sea que podría ser del 450% superior respecto del observado en el año 2024 cuando se introdujeron 95 unidades.

Componentes. Como cualquier sector productivo nacional, quienes proveen autopartes a la producción nacional de remolques vienen sufriendo una obligada transformación en sus propias plantas fabriles. La incorporación de materias primas e insumos importados se ha venido incrementando alarmantemente, lo cual conspira, en definitiva, contra la mano de obra local. Ya son varias las fábricas que reducen personal e importan, incluso las partes completamente del exterior, para mantenerse competitivas.

Factores que afectan a la industria

Cualquier industria, en cualquier país del mundo requiere condiciones que le permitan operar competitivamente. Para resumirlo en un cuadro claro y organizado que lo explique fácilmente, lo exponemos seguidamente de la siguiente manera:

UNA INDUSTRIA EQUILIBRISTA

Es por lo antedicho que decimos que fabricar acoplados y semirremolques, o bienes metalúrgicos en general o simplemente producir en Argentina exige de una “industria equilibrista”. Basta con mirar los factores normales para entender cuanta “anormalidad” existe en nuestro país.

Hoy la producción industrial en Argentina está siendo afectada por una serie de factores estructurales y coyunturales, que exigen “hacer equilibrio” para poder fabricar y competir

🔹 Económicos

  • Desde diciembre de 2023, los costos de producción aumentaron un 25 % en dólares, mientras que el índice equivalente en EE.UU. se mantuvo en cerca del 4 %
  • A pesar de cierta recuperación macro con inflación reducida y estabilidad cambiaria, los insumos siguen siendo más caros que en países vecinos (por ejemplo, el gasoil, USD 1,11/l en Argentina vs USD 0,89 en Paraguay)

🔹 Productivos

  • La recuperación industrial en 2025 viene siendo muy heterogénea.
  • La utilización de la capacidad instalada en general sigue girando alrededor del 50 %.
  • Las PYMES industriales, especialmente en sectores tradicionales, sufren suspensiones, cierres, despidos de personal y baja inversión

🔹 Políticos e institucionales

  • El gobierno ha liberalizado el comercio reduciendo fuertemente aranceles de las importaciones, lo que ha repercutido con un aumento del 40 % del volumen importado, en general, en lo que va de 2025 según el Financial Times, pero en particular nuestro sector de remolques podría superar el 450% tal como ya dijimos.
  • También se implementaron recortes en obra pública e infraestructura energética, afectando cadenas de suministro relevantes
  • El conflicto permanente entre los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial no ofrecen el marco de tranquilidad para la toma de decisiones industriales, e inversiones a mediano y largo plazo.

🔹 Externos

  • Por un lado, el sector agroexportador vive un boom: las liquidaciones crecieron 57 % interanual en julio 2025 y se espera que se superen los USD 6.000 millones en exportaciones de hidrocarburos según la Agencia Reuters. Esto tiene un efecto desplazamiento sobre la atención a la industria manufacturera y reconfigura prioridades económicas.
  • Por otro lado, la fortaleza del peso, reflejo de la liberalización y debilitamiento de controles, encarece las exportaciones industriales. Aunque no es del rubro podemos citar el caso de nuestras carnes que cayeron ~20 % en lo que va de 2025 según consignara la misma agencia británica de noticias.

🔹 Sociales y ambientales

  • Presiones sociales derivadas de la crisis: la amenaza del desempleo, en muchos casos la pérdida del poder adquisitivo y el achicamiento de muchas PYMES, tensionan el mercado interno.
  • Sin ponderar impactos ambientales específicos sobre la industria, sigue vigente la demanda por transición energética y sostenibilidad,  aunque la prioridad institucional actual esté puesta en la liberalización y el ajuste económico.

En síntesis: aunque la industria muestra signos de recuperación, particularmente en nuestro rubro= ver en este mismo número el segmento “ESTADISTICAS” =, tras la crisis severa vivida estos años anteriores, deberán enfrentarse los altos costos en insumos dolarizados, la competencia importada acelerada y la pérdida de competitividad internacional. La política actual privilegia sectores como agro, energía, y minería, lo cual relega a la industria manufacturera, genera incertidumbre y tiende a profundizar un ajuste estructural.

Tendrá el sector industrial que extremar “EL EQUILIBRIO” para ir haciendo sintonía fina dentro de las plantas fabriles al tiempo que ajustar con precisión los costos e inversiones. Ponderando peligros y con sensatas proyecciones acertar en el pronóstico y consolidar virtudes para afrontar inciertos condicionamientos de un mercado impredecible. Ya hubo experiencia de situaciones similares que fueron sorteadas con la destreza de nuestro empresariado apoyados en la calidad de los acoplados y semirremolques de esta orgullosa “Industria Nacional”.

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